Vender productos artesanales, lo que no enseñan los libros

La venta de productos artesanales ayuda a que nuestra cultura galesa trascienda el tiempo y los límites geográficos. Nuestras recetas tradicionales se fusionan con los ingredientes patagónicos y logran un sabor auténtico.
Sin embargo, los productores regionales nos enfrentamos a muchos desafíos para poder vender nuestros productos. En este artículo te contamos cómo hacemos para que todo el valor que generamos no se pierda en el camino y llegue a cada uno de nuestros clientes.

Quienes elaboramos productos artesanales necesitamos innovar para ser relevantes en un mercado muy competitivo, pero sin perder nuestra esencia. La logística y la distribución requieren involucrarse personalmente en cada etapa. La comunicación, a pesar de que mejoró muchísimo a partir de internet y las redes sociales; es una herramienta muy potente que hay que saber manejar.

Y todo este trabajo toma sentido cuando se generan vínculos únicos con cada uno de los clientes y con nuestra comunidad. Y nada de eso sería posible si no supiéramos vender.

Por eso hoy te vamos a hablar de la importancia de saber vender productos artesanales, algo que definitivamente, no se aprende en la universidad.

 

El desafío de vender productos artesanales

Un producto artesanal no compite con uno industrializado, son experiencias totalmente distintas. La elaboración artesanal permite generar una conexión especial con cada persona.

La preparación manual de un producto que tiene una carga histórica tan fuerte como la nuestra, le otorga un valor único al producto final. La dedicación con la que está hecha trasciende las paredes de la fábrica.

Todo este valor sólo será percibido por quien lo recibe si dedicamos mucho tiempo y esfuerzo en comunicarlo.

Pasamos más de 20 años recorriendo el país en ferias gastronómicas para darnos a conocer, para contar nuestra historia personalmente, para ofrecer uno por uno nuestros alfajores, presentar nuestra torta galesa, charlar con la gente, entender sus reacciones cuando degustaba nuestras preparaciones.

Hoy, gracias a internet y las redes sociales nos hicimos más populares, pero la clave de nuestra comunicación es hacerlo uno a uno, charlando con cada cliente, generando vínculos que hagan que el cariño depositado en cada producto no se pierda en el camino.

El tema de los precios también es importante. Todos nuestros productos están hechos con materias primas de primera calidad y son elaborados por personas. Lo que significa que hay manos amasando, cortando, cocinando, rellenando. La creación de cada una de nuestras tortas galesas, alfajores o chocolates llevan implícitas horas de dedicación, paciencia y cariño, que difícilmente pueda transmitir una máquina. Y eso tiene un costo mayor que en un producto industrializado.

Otro factor muy significativo en la venta de productos artesanales es el impacto a nivel local, en nuestra comunidad. Genera atractivo, identidad. Los habitantes locales nos emocionan cada vez que nos eligen para hacer un regalo a alguien de otra ciudad.

También promocionamos acciones con otros productores regionales para potenciar sus productos, nos involucramos en proyectos ambientales y culturales; y nos comprometemos con las raíces galesas de nuestra tierra.



Eso que no me enseñaron en la universidad

Durante mis años estudiando en la universidad aprendí mucho de gestión empresarial, comunicación, producción y demás. Pero cuando llegaba el momento de enfocarse en PyMES los ejemplos eran de metalúrgicas con 70 empleados. Y lo que se aplica en una empresa mediana e industrial no vale para una pequeña y artesanal.

Me encontré que cuando se trata de elaboración de productos artesanales con una estructura muy pequeña, no hay libros ni recetas para implementar.

De todas formas, tuve la gran suerte de ir experimentando muchas cosas que iba aprendiendo en la universidad directamente en la fábrica de Memorable.

Incluso hoy, si tuviera que dar consejos a una empresa pequeña y artesanal como la mía, no tendría una receta de gestión para darles.

Y lo que me llevó a salvar esta carencia fue saber vender. El hecho de haber aprendido a vender desde chico viendo a mis padres haciéndolo me dio las bases para después seguir aprendiendo.

Me encontré que cuando se trata de elaboración de productos artesanales con una estructura muy pequeña, no hay libros ni recetas para implementar.

Mi gran entrenamiento como vendedor vino de la mano de las ferias gastronómicas de las que participamos desde los inicios de Memorable, y en las giras por los lugares más recónditos de la Patagonia vendiendo a negocios para que revendan nuestros productos.

Para nosotros vender no significa cobrar por un producto. Para nosotros vender significa crear vínculos, relaciones duraderas con cada uno de los clientes.

Si nos hubiéramos dedicado a despachar alfajores y tortas, ya nadie se acordaría de nosotros.

Ese cara a cara del que tanto aprendí, ya no existe mucho. Hoy la virtualidad ganó terreno y el vínculo entre vendedor y cliente está evolucionando hacia una nueva forma de relacionarse.

En un mundo altamente interconectado y digitalizado, donde todo se estandariza, se automatiza y se “escala” para vender más, suele pasar que el eslabón más olvidado es el del propio cliente.

Ahora tenemos otros canales, pero para nosotros, la atención sigue siendo de personas.

Cuando nos mandan un email, o un whatsapp estamos nosotros del otro lado contestando. Podríamos tener todo mucho más automatizado, pero no queremos perder lo más valioso que tenemos: la relación personal con nuestros clientes.

Vender productos artesanales no es lo mismo que vender otro tipo de productos. Cada elaboración está cargada con horas de trabajo, tradiciones y cariño. Hacerlo conlleva un desafío muy grande, implica valerse de toda la creatividad para dar a conocer los productos, ir puerta por puerta ofreciendo, charlar con la gente, cuidar al máximo la calidad de los ingredientes, aprender a contar nuestra historia.

Porque lo más importante de vender productos artesanales, además de generar trabajo, es compartir parte de nuestras tradiciones y raíces; y lograr un impacto positivo en nuestra comunidad.

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